viernes, 31 de octubre de 2008

EN EL PERÚ LA INFORMALIDAD PARTE D NUESTROS MECANISMOS FORMALES

A través del estudio de la actual explosión en el uso de celulares, el investigador , antropólogo Jaris Mujica vivió doce semanas en el cerro Hatary Llacta del barrio de El Agustino y ahí pudo analizar de cerca la lógica del mercado informal de celulares en el Perú.
A continuación una reflexión sobre la informalidad y el rol que cumple en una sociedad como la nuestra.
Define informalidad.
Lo informal son todas aquellas prácticas, sistemas y ordenamientos de estructuras locales, económicas y familiares que no funcionan dentro de la formalidad estructural de la ley, ni dentro de los procesos jurídicos y tampoco dentro de lo que debería ser el correcto proceso de un código de ética.¿Son prácticas anárquicas?Existen prácticas informales que pueden ser consideradas anárquicas. Pero dentro de la informalidad económica, encontramos mercados informales amparados por la ley. En Las Malvinas, por ejemplo, algunos te dan recibos, por tu compra, otros vendedores te dan factura o boleta. Son informales, venden artículos robados, pero el sistema los acoge.Lo mismo ocurre con el transporte público que paga impuestos a través de la gasolina y al que se le impone multasJustamente, dentro de lo informal puedes tener formas organizadas de comercio, como la piratería, que es tolerada y consumida por todos los niveles sociales. Encuentras también casos como el del tráfico de información que es aprovechada por grandes empresas cuando necesitan comprar bases de datos.¿Estamos ante una explosión mundial de la informalidad generada por el mercado consumista o países como el nuestro la favorecen especialmente?No es que no exista la informalidad en otros países, pero en el nuestro es un elemento con el que aprendemos todos los días a socializar y es parte de nuestros mecanismos formales. Esa es la gran paradoja. En el Perú la informalidad es parte de lo formal.
¿Por qué se da esta convivencia y retroalimentación entre lo formal y lo informal?
Con la apertura del mercado y la liberalización de la economía se generó una oferta excesiva de celulares, electrodomésticos, tecnología, computadoras, y miles de productos más. Hoy, todos saben que pueden comprar, pero no todos pueden acceder realmente a los productos. Esa es la diferencia entre la oferta, la accesibilidad y asequibilidad.Explícate...Teóricamente cualquier ciudadano de este país puede ir a una tienda y comprar una refrigeradora de 5 mil dólares. Nadie se lo prohíbe. Hay entonces accesibilidad para todos. Pero como no todos tienen el dinero para comprarlo no hay asequibilidad.
¿Por qué todos tendrían que consumir todo?
No se trata de un consumismo arbitrario. Las personas de bajos recursos necesitan realmente acceder a estos productos, porque muchos se han hecho parte de su lógica cotidiana. Un elemento como el teléfono móvil, por ejemplo, dejó de ser un gasto superfluo, porque los pobres al vivir de trabajos ocasionales y cachuelos necesitan ser contactados rápido y donde estén.Y entonces buscan un celular al alcance de sus bolsillos...Sí, pero los aparatos de líneas prepago son los que más cuestan en la primera compra. El más barato puede costar 70 soles. Con eso come una familia pobre una semana. Obviamente este individuo va a buscar una opción que le sea asequible, porque las personas de bajos recursos no son pasivos ante la oferta. Si no tienen recursos para comprar lo que les ofrecen, diseñan otras estrategias para obtener el mismo producto a más bajo costo.Quienes recurren a esta oferta informal para satisfacer sus necesidades, ¿son conscientes de que están transgrediendo las normas?No siempre. Muchos consideran que el verdadero ladrón es la compañía de teléfonos, porque el servicio que les ofrecen es muy caro. Ellos asumen que están pagando lo justo. Además, no olvidemos que la gente tiene teléfonos legales e ilegales al mismo tiempo.¿Cómo es eso?Un individuo puede ir a Las Malvinas, Paruro o Leticia comprar un aparato y después acercarse a una compañía formal y comprar un chip. En el Perú tú puedes comprar todos los chips que quieras sin restricción, eso no ocurre en otros países.Y así 'legalizas' tu equipo.La empresa ofrece la posibilidad de que la gente que tiene un equipo ilegal, robado, sea su cliente, porque será dueño de una línea que tendrá que recargar periódicamente. De esta manera se distribuyen los equipos entre clientes que nunca los hubieran podido comprar. Los equipos robados les permiten a las compañías telefónicas colocar más líneas en el mercado sin tener que gastar en distribución.
¿No hay forma de que esta oferta se formalice?Cuando estas prácticas informales ya no son controlables o cuando el costo del control es más alto que la ganancia que recibe la empresa, dejan de combatirse. Esto hace que la interrelación entre lo informal y lo formal se complejice, pues empiezan a coexistir al punto que algunas empresas no pueden subsistir en la formalidad si no se apoyan en prácticas informales. Hoy, por ejemplo, muchos más peruanos tienen celulares.
¿Cuántos de ellos son de origen informal?
Yo calculo que alrededor del 20%. No hay entonces una verdadera apertura de mercado. La democratización del acceso al mercado se sostiene gracias a este espíritu de dejar hacer a la informalidad.¿Cuál es la diferencia entre esta informalidad que describes y la que analizó Hernando de Soto hace veinte años en "El Otro Sendero"?El trabajo de De Soto como el de otros que han analizado el fenómeno informal se ha centrado en la posesión de la tierra: hay que formalizar esta propiedad inmueble para que las personas logren entrar al sistema, esa es la propuesta. Pero las cosas han cambiado mucho. La informalidad ha excedido la propiedad del lote o la tierra. Ahora está en bienes que no se van a formalizar nunca. Hacer que la gente legalice sus teléfonos móviles para entrar en el sistema es un sinsentido, porque con ese teléfono móvil ya están en el sistema. Es mas gracias a él han accedido al sistema.¿La informalidad es inclusiva, entonces?Las personas que consumen y compran en el mercado informal no lo hacen para quebrantar el Estado de derecho o destruir la economía. Ellos quieren trabajar, quieren estar dentro del sistema, quieren participar de las dinámicas del mercado, pero justamente para poder trabajar necesitan un teléfono comprado en el mercado negro.¿Aquellos peruanos que tienen preferencias por candidatos ligados a la izquierda, que manifiestan severas críticas a este modelo de libre mercado, sí buscan salirse de este sistema?Un traficante de Puno no es precisamente un antisistema. Está utilizando todas las leyes del mercado, conoce la oferta y demanda, los sistemas de acumulación de stock. Lo que la gente está demandando no es que se destruya el sistema actual, sino tener más asequibilidad a las posibilidades que el mundo ofrece. Hoy tenemos un porcentaje alto de personas que viven en la pobreza que no pueden acceder a esos elementos. Y no me refiero solo a bienes (celulares, DVD, televisores) sino a la posibilidad de ser personas.¿Por qué gobiernos como este o el anterior no han logrado incluirlos?El problema de la economía liberal es que las personas están en segunda instancia. Se les dice a los pobres en algún momento les llegará, pero por ahora no. Y como no les llega la posibilidad de consumir, ellos consiguen lo que quieren por la vía de la informalidad.¿En este nuevo contexto de interrelación entre lo formal y lo informal, cuál debe ser el rol del Estado?Siempre hemos demandado del Estado que se encargue de hacer que la informalidad entre en el sistema, y nos olvidamos de que el Estado también debe regular la oferta para que sea asequible a más personas. Esta doble función nunca puede ir divorciada porque ahí sí se pueden generar terribles conflictos.¿Por qué?Porque si a la gente le cortas la posibilidad de acceso al sistema, vía la informalidad y la ilegalidad, y no le ofreces opciones para hacerlo formalmente, vas a generar guetos sociales o individuos totalmente violentos dispuestos a volarse un sistema del que no forman parte. Las lógicas informales son entonces válvulas de escape que producen un equilibrio perverso, pero equilibrio al fin y al cabo.

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