El Pequeño-Burgués
Es una
expresión marxista que proviene del francés petit bourgeois con la que se
designaba a la clase de los artesanos y pequeños propietarios de sus medios de
producción, cuya proletarización y decadencia al ritmo del avance del
capitalismo fue predicha por Carlos Marx (1818-1883).
La pequeña burguesía está situada
entre la clase capitalista y el proletariado. Es
un grupo impreciso, ya por la variedad de las actividades económicas a las que
se dedican sus miembros, ya por la disparidad de su patrimonio. Incluye a
personas de diversas actividades laborales, como profesores, artesanos,
pequeños comerciantes, intelectuales, artistas y, en general, personas de
ingresos medios. Corresponde a lo que en la
estratificación social convencional se llama clase media o capas medias.
Está interpuesta entre la alta burguesía
y el proletariado. Es un grupo social en ebullición. De él han salido algunos
de los grandes revolucionarios pero también muchos grandes devotos del statu
quo. Vive en medio de la incertidumbre. De modo general, sus ingresos no
corresponden a sus aspiraciones, horizontes de vida y calificación cultural.
Son pequeño-burgueses los campesinos que
trabajan tierra propia, los artesanos dueños de sus talleres, los pequeños
comerciantes que gestionan negocios propios. La característica común entre ellos es que son propietarios de los
reducidos instrumentos de producción y que, a diferencia de los burgueses, no
viven de la explotación del trabajo ajeno. Al menos esta no es la fuente
principal de sus ingresos.
Tienen una posición intermedia entre la gran burguesía y el proletariado. Como
propietarios privados guardan ciertas afinidades con ella pero como personas
que viven de su trabajo y soportan los rigores de la injusticia social se
acercan a los obreros. Esta situación ambivalente hace de la pequeña burguesía
un elemento inestable y vacilante en el proceso de la lucha de clases. Lo mismo
ocurre con los intelectuales. Ya por su procedencia de las capas acomodadas o
de las capas proletarias, ya por sus diferentes niveles de vida, ellos oscilan
entre la aproximación a los capitalistas y su acercamiento a los trabajadores,
aunque los altos funcionarios públicos o privados y los profesionales con buena
clientela suelen alinearse entusiastamente al lado de la alta burguesía.
Todo
esto influye para que los miembros de este estrato social no tengan gran
conciencia de clase, carezcan de la voluntad para organizarse y rara vez sean
activistas políticos.
La
pequeña burguesía adopta siempre una actitud indecisa en la pugna de clases.
Colocada como está entre la burguesía y el proletariado en la sociedad
capitalista, vacila inevitablemente entre la revolución y la contrarrevolución.
Aunque tiene generalmente una vocación progresista, por miedo a la pérdida de
la pequeña propiedad retrocede ante cualquier medida revolucionaria. Está
dispuesta a impulsar reformas pero no al derrocamiento del orden social
capitalista. Lenin decía de ella que está “a favor del marxismo, restando su
lado revolucionario”, y que por eso se manifiesta, en los momentos decisivos,
como “verdugo de la energía revolucionaria de las masas”. No obstante, sostenía Lenin que hay que ganar a la pequeña burguesía
para la causa revolucionaria, convenciéndole de que “la modificación radical de
su situación es imposible bajo las condiciones del capitalismo monopolista”.
En el
mundo actual, en que la lucha por la subsistencia es cada vez más implacable y
competitiva, muchos de los pequeño-burgueses de extracción intelectual aspiran
a ser y vivir como burgueses. Y algunos lo han logrado, ciertamente,
aprovechando la alta movilidad social que existe en las sociedades
postindustriales.
En ellas el conocimiento es el factor
principal del progreso. Este es el “insumo”
fundamental con el que trabajan los ordenadores de la era electrónica. Por
tanto, el dominio del saber y de la tecnología por parte de la pequeña
burguesía le abre las puertas de su ascenso social. Más aun: son los miembros
de ella quienes principalmente trabajan en la creación del valor-conocimiento.
Esto significa un cambio social importante, que ciertamente no estuvo previsto
por el marxismo. La clase de los terratenientes de las sociedades agrícolas
antiguas, medievales y fisiocráticas, que era la clase dominante de su tiempo,
fue sustituida a partir de la revolución industrial por la burguesía. Esta ha
impuesto su hegemonía por casi dos siglos. Hoy
está en marcha la revolución del conocimiento que, como toda revolución,
encumbrará a una nueva clase dominante. Esa clase será, sin duda, la que sea
capaz de controlar el saber científico y tecnológico de la era electrónica. Creo que estamos en vísperas de un nuevo tipo de sociedad: la sociedad
informatizada, que será dominada por la pequeña burguesía bien preparada en el
mundo de la cibernética y de sus sofisticados servicios.
En el próximo siglo quedará atrás el
dominio de los capitalistas. Ellos seguirán siendo los dueños de los activos
industriales pero no del conocimiento tecnológico, que será asumido plenitud
por los miembros de la pequeña burguesía.
Estos serán, en el sofisticado mundo de los servicios del futuro, los que
asuman la supremacía social gracias al dominio del hardware, el software y el
humanware.
El
manejo de esos servicios requerirá condiciones especiales, talentos
individuales, predisposiciones naturales y una larga y prolija preparación
hasta llegar a la excelencia. Los que logren cumplir este recorrido para
insertarse en el mundo de la electrónica, las comunicaciones, la
administración, la investigación, el diseño, la creatividad, serán los que
ocupen las posiciones de dominio en la sociedad del conocimiento que se está
forjando.
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